Embalse de Barrios de Luna en una imagen de septiembre de 2017.

A principios de octubre de aquel año se encontraba en una situación crítica al 5% de su capacidad.

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¿Estamos luchando realmente contra la sequía en España?

El siglo pasado arrancó con proyectos de modernización que pasaban por catapultar el regadío a través de una red de pantanos y canales. Fue un plan que, al parecer de algunos expertos, seguimos arrastrando en parte.

Gonzalo Toca Rey

 

 

La sequía en España adquiere otra dimensión cuando se tienen en cuenta los precedentes históricos. Entonces se observan tres cosas. La primera es que la aridez y la irregularidad de las precipitaciones llevan más de cien años con nosotros, como una especie de gran drama nacional que se transformó, muy pronto, en pugna regional. La segunda es que el impacto de la falta de precipitaciones no se entiende sin la espectacular expansión del regadío, que hoy consume el 80% de nuestros recursos hídricos, aunque representa menos del 3% del PIB. Y la tercera es que la historia de las grandes medidas contra la sequía es la historia de nuestra gestión del agua.

Como recuerda Josep Joan Mateu, historiador de la Universitat de Lleida, España se consideró hasta finales del siglo XIX como una especie de vergel por explotar. Sin embargo, la crisis económica finisecular y la pérdida de las últimas colonias transformaron ese escenario y abonaron el terreno para que las ideas de intelectuales regeneracionistas como Joaquín Costa y políticos como Rafael Gasset acabaran imponiéndose.Según estas ideas, España no solo no disponía de abundantes recursos hídricos en comparación con otras potencias europeas, sino que la irregular distribución del agua acrecentaba la desigualdad regional. Las sequías se convirtieron en un problema nacional para un país que dependía totalmente, según Costa, de la expansión del agua, las carreteras y las escuelas para modernizarse. Había que crear una impresionante red de pantanos y canales y multiplicar con ello los cultivos de regadío.

Así, según Costa o Gasset, el despegue de la productividad del campo reduciría al mínimo el déficit público, catapultando la recaudación de impuestos con la revalorización de las tierras. La difusión del regadío frenaría también el éxodo rural, creando millones de empleos en lo que hoy llamamos España vaciada. Finalmente, el fraccionamiento de los campos de fresas o tomates convertiría a muchos jornaleros en pequeños empresarios, que se aliarían con las clases medias urbanas para acabar con el régimen caciquil y latifundista de la Restauración.

José Luis Ramos, de la Universidad Complutense de Madrid, cree que las ideas de Costa y Gasset dieron un giro abrumador a las políticas del agua españolas. Recordemos que, antes de que fuesen hegemónicas, muy a finales del siglo XIX, el Estado prevenía las sequías facilitando legislativamente la construcción privada de las obras de riego y, en contadas ocasiones, auxiliando a los inversores de proyectos fallidos.

Sin embargo, en las primeras décadas de la siguiente centuria, y a partir del Plan General de Canales de Riego y Pantanos, impulsado por el ministro de Agricultura Rafael Gasset y promulgado por su sucesor en 1902, el Estado empezó a identificar las necesidades del regadío con las de la mayoría de los españoles y a considerar el agua un bien público abundante, cuyo uso y consumo debían subsidiarse masivamente. Sobre todo a partir de 1911, la administración asumió toda la promoción, financiación y explotación de las infraestructuras para recolectarla, almacenarla y transportarla. Había que satisfacer la demanda prevista sin atender a cuestiones como el impacto ambiental o la realidad de que el agua era, y es, un recurso escaso.

A pesar del plan general y de todas las obras y desarrollos normativos que vinieron hasta los años veinte, los esfuerzos, en general, fracasaron. Los emplazamientos de los nuevos canales y pantanos resultaron, muchas veces, arbitrarios, sus conexiones eran mejorables, y, como colofón, se apostó por los regadíos interiores frente a los mediterráneos, que eran mucho más eficientes. Y así es como Levante o Murcia quedaron prácticamente a su suerte durante las sequías.

El miedo a las sequías y a quedarse atrás en la modernización del campo no tardaría en alimentar una lucha regional por el agua y las infraestructuras que permitían disponer de ella. En 1926, con la dictadura de Primo de Rivera, se lanzaron las actuales confederaciones hidrográficas, unos entes autónomos y regionales del Ministerio de Fomento entre los que surgieron tensiones, porque las confederaciones mediterráneas se sentían marginadas.

Según Antonio Gil, de la Universidad de Alicante, el I Plan Hidrológico Nacional de 1933, ya en la Segunda República y muy poco después de la durísima sequía de 1930, se propuso corregir los desequilibrios, entre fuertes protestas en la meseta castellana. El plan, muy escorado hacia el Mediterráneo, incluía, entre otros, un proyecto de expansión del regadío en 84.000 hectáreas en Murcia y casi 340.000 en Levante.

Leandro del Moral, de la Universidad de Sevilla, recuerda que, después de la Guerra Civil y a partir de la década de los cuarenta, los planes franquistas heredaron muchos de los proyectos previstos por el plan republicano, impulsado por el socialista Indalecio Prieto, y también la participación y el diagnóstico de Manuel Lorenzo Pardo, su autor: “Júcar y Turia regularmente caudalosos aunque medianamente provistos, Vinalopó y Segura agotados y el Almanzora, inexistente. Hay, pues, en la zona valenciana una necesidad de ordenación, en la alicantina y murciana una necesidad de ayuda y en la andaluza una imperiosa necesidad de socorro”.

i a finales del siglo XIX la capacidad de embalse nacional era de 100 hectolitros cúbicos, a finales de los años veinte del siglo siguiente, esa capacidad se había multiplicado por siete. Desde entonces hasta 1970, gracias a alrededor de un millar de embalses nuevos, la capacidad pasó de 700 a 37.000 hectolitros cúbicos. Fue durante el franquismo cuando se realizaron las grandes infraestructuras de trasvase del Ebro o el Tajo y se desplegaron importantes regulaciones para aprovechar (y sobreexplotar y destruir en muchos casos) decenas de acuíferos y ríos.

Es verdad que muchos de aquellos proyectos ponían el énfasis en las nuevas necesidades del regadío, la industria, el pujante sector servicios de las ciudades o la generación de energía hidroeléctrica. Sin embargo, merece la pena recordar también que, entre 1944 y 1946, se produjo una de las peores sequías de la España contemporánea, que dejó a Madrid con cortes reiterados en el suministro y a los embalses españoles a un 14% de su capacidad. Buena parte de los proyectos hidráulicos franquistas se multiplicaron a partir de 1950.

Imagen de arado en 1950 en El Saucejo, provincia de Sevilla. La sequía afecta de forma considerable a la agricultura.  Arado en 1950 en El Saucejo, provincia de Sevilla

 

 

A principios de los años ochenta, encontramos otra gran sequía y otra reacción política de primer orden. En 1985 se aprobó una Ley de Aguas, la primera que se promulgaba desde 1879. El anteproyecto del primer Plan Hidrológico Nacional de la democracia, nacido de esa nueva Ley de Aguas, se retrasó hasta 1993 y coincidió con una sequía tan brutal que dejó los embalses a un 15% de su capacidad durante la primera mitad de los años noventa.

La promulgación, ya como ley, del plan no llegaría hasta 1998 y, como grandes novedades, preveía multiplicar por seis los hectólitros cúbicos en trasvases anuales, así como la creación de un régimen de transición para convertir en concesiones los derechos de explotación de los pozos que usaban, privadamente, miles de regantes. Al mismo tiempo, la norma prometía racionalizar el uso y el consumo de agua impulsando la eficiencia o la reutilización de aguas residuales.

El agua, aunque España siguiese apostando por subvencionarla masivamente y expandir sus regadíos, empezaba a considerarse un bien escaso, y, por lo tanto, las ideas de Joaquín Costa o Rafael Gasset, que invocaban poco menos que un derecho ilimitado al agua semigratuita, empezaron a abandonarse. La directiva-marco europea y la nueva Ley de Aguas del año 2000 abundarían en esa dirección. Además, en 2007, en medio de una intensa sequía que se extendió desde 2005 hasta 2009, se autorizaron los primeros Planes Especiales de Sequía, que, entre otras cosas, prometían garantizar la disponibilidad de agua para asegurar la salud y la vida de la población.

Hay debate sobre el punto hasta el que hemos abandonado las ideas de Costa. José Luis Ramos, por ejemplo, considera que el modelo actual se parece muchísimo al de entonces. El Estado sigue siendo el principal impulsor de las infraestructuras, los intereses del regadío siguen confundiéndose con los de España y el agua sigue subsidiándose masivamente como si nos sobrase.

Por su parte, Alberto Fernández Lop, técnico del programa de agua en WWF España, cree que “nos estamos conformando con mitigar las sequías en vez de prevenirlas”, que “las medidas de eficiencia en el uso del agua han provocado un aumento del consumo en los cultivos de regadío” y que, por fin, los trasvases “han creado una falsa sensación de seguridad y certidumbre a largo plazo entre sus beneficiarios”.

Mientras tanto, las sequías y graves olas de calor se están multiplicando a lomos del cambio climático y nuestro país se encuentra en una posición especialmente vulnerable. La Agencia Estatal de Meteorología ha proyectado aumentos de las temperaturas de entre dos y seis grados y medio para finales del siglo XXI, y no son pocos los que se preguntan de dónde vamos a sacar el agua cuando, en el arranque de esta primavera de 2023 y en circunstancias mucho menos adversas, los embalses apenas llegaban a la mitad de su capacidad.

Medio ambiente

Explicamos qué es el medio ambiente, sus características, importancia, cómo se contamina y cómo prevenir su deterioro.

Características del medio ambiente

Para cada individuo, sea una planta o un animal, su medio ambiente es todo lo que lo rodea. Ese medio se caracteriza por ser extenso, ocupar un espacio y tiempo determinado, así como por ser dinámico y global.

Extensión, espacio y tiempo

El medio ambiente se define en relación a un determinado individuo en un ecosistema específico. Por ejemplo, el medio ambiente de una gacela que vive en el ecosistema de sabana africana abarca todo lo que la rodea. Esto incluye a las demás gacelas de su manada, otras manadas de gacelas, los otros herbívoros que pastan allí y los carnívoros que los acechan.

De igual forma, incluye al pasto del que se alimenta, los árboles donde se protege del Sol y los parásitos que la afectan. Así como también el agua que bebe, el suelo que pisa y nutre a las plantas que come, el aire que respira y a los humanos que la cazan o la fotografían.

Sistema de 3 medios y 2 factores fundamentales

Por otra parte, cada medio ambiente tiene una matriz en la cual se desenvuelve la vida, que puede ser la tierra, el agua o el aire. También sus combinaciones, como por ejemplo el medio aeroterrestre.

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En el ejemplo de la gacela, su medio es el aeroterrestre, mientras que el medio que rodea a una ballena es el agua salada y una lombriz vive plenamente en el medio terrestre, en el interior del suelo.

En este medio en el que habita el individuo, hay dos factores interrelacionados:

  • Los factores bióticos, es decir los seres vivos que le sirven bien sea de pareja, de ayuda, competencia, alimento o son sus depredadores.
  • Los factores abióticos que carecen de vida y que igualmente inciden en la existencia del individuo. Por ejemplo, el agua que bebe o absorbe, el aire que respira, los minerales que consume, las rocas o el suelo que pisa o le sirven de madriguera.

Dinámico

Otra característica del medio ambiente es su dinamismo, ya que cambia constantemente en el tiempo y en el espacio. A lo largo del día, del año y de las épocas varían las temperaturas, la cantidad de lluvia, los vientos, las corrientes marinas y las poblaciones de seres vivos.

A gran escala de tiempo, por ejemplo decenas de miles de años, una sabana se puede convertir en un desierto, como pasó con el actual desierto del Sahara.

Global

Si bien el medio ambiente es local, es decir se trata del entorno de un ser vivo en una localidad concreta, sus características se definen globalmente. Por ejemplo, las plantas que crecen en la cuenca del río Orinoco en Sudamérica toman los minerales de su medio ambiente, concretamente del suelo.

Sin embargo, ese suelo se enriquece con minerales que vienen en las nubes de polvo arrastradas desde el Sahara en África, año tras año. Incluso para algunas especies su medio ambiente es directamente global, como por ejemplo las ballenas que migran de un punto del océano a otro.

El ser humano y los recursos

En un principio el ser humano no era un elemento destacado del medio ambiente para otras especies. Sin embargo, hoy es tal nuestra capacidad de modificar el medio ambiente, que nos hemos transformado en factor fundamental. Basta mencionar el efecto que está teniendo la actividad humana en la extinción de especies y en el cambio del clima global.

Importancia del medio ambiente

¿Puedes vivir sin alimentos, sin donde cobijarte, sin respirar el aire, sin beber agua? Esto es imposible, ningún ser vivo puede, así que el medio ambiente es de vital importancia.

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Se requiere un soporte vital, es decir algo que al mismo tiempo le proporciona un soporte físico, le suministre los elementos requeridos para desarrollarse y reproducirse. Eso es lo que constituye el medio ambiente.

Contaminación del medio ambiente

Para que cumpla su función de sostener la vida, el medio ambiente debe conservar sus propiedades naturales. Es decir, si se trata de un río, el agua debe permanecer limpia y con suficiente oxígeno disuelto. Si es el medio ambiente de una ciudad, el aire debe ser saludable, el agua debe ser potable y no debe haber focos de enfermedades.

Por tanto, todo aquello que contamina el medio ambiente, es decir que altera sus propiedades naturales, es dañino. Lamentablemente, son varias las fuentes de contaminación.

Emisión de gases industriales

Muchas industrias expulsan gases a la atmósfera, algunos de los cuales son tóxicos para los seres vivos, como el monóxido de carbono (CO). Otros, como el CO2 contribuyen a calentar la atmósfera aumentando la temperatura del planeta y alterando los ecosistemas.

Basura urbana

Los desechos que producimos en las ciudades y pueblos, como consecuencia del consumo de distintos productos, son contaminantes ambientales. Un problema especialmente grave hoy en día son los plásticos que contaminan los suelos, ríos y mares.

Aguas servidas

Cuando usamos el agua para bañarnos, lavar los platos, la ropa o el auto, el agua se contamina. Si esa agua llega sin tratamiento a los ríos y océanos, el medio ambiente se contamina y los seres vivos mueren.

Desechos radiactivos

Las centrales nucleares y otras actividades que usan energía atómica producen desechos radiactivos. Si estos no se disponen adecuadamente contaminan el medio ambiente por milenios.

Incendios forestales

Los incendios de vegetación no solo destruyen directamente el medio ambiente, sino que también liberan CO2 contribuyendo al calentamiento global.

Tráfico vehicular

Una de las mayores fuentes de contaminación del medio ambiente de las ciudades y sus alrededores es el tráfico automotor, ya que por ahora la mayoría de los vehículos de transporte se mueven por motores a gasolina o diésel que liberan gases tóxicos, como CO y CO2.

Desechos agrícolas y pecuarios

Las actividades agrícolas y pecuarias usan diversos productos químicos que se agregan directamente al ambiente contaminándolo. Entre estos destacan los pesticidas y los fertilizantes, que o bien causan la muerte directamente de muchos organismos o provocan fenómenos como la eutrofización.

Esta última consiste en que al agregarse nutrientes extras al agua de ríos y mares ocurre un crecimiento inusual de algas que agotan el oxígeno del agua causando la muerte de la fauna acuática.

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Derrames petroleros

Este es otro grave problema producto de la extracción y transporte del petróleo, que es hoy aún la fuente energética principal del mundo. El petróleo derramado contamina los suelos y aguas dañando al medio ambiente.

¿Cómo cuidar el medio ambiente?

Dada la importancia del medio ambiente para la vida, es fundamental conservarlo sano y para esto hay que evitar su contaminación.

Mejoras tecnológicas

Al desarrollar tecnologías que permitan satisfacer nuestras necesidades sin contaminar o contaminando menos, cuidamos al medio ambiente. Por ejemplo, el hidrógeno como combustible para vehículos o la fabricación de vehículos eléctricos, reduce la emisión de gases contaminantes.

Energías limpias

Una de las mayores fuentes de contaminación del medio ambiente es la quema de combustibles fósiles, como petróleo y carbón. Así que si sustituimos estas fuentes de energía por otras limpias cuidamos al medio ambiente.

Estas energías limpias son la energía solar, la hidráulica (agua), la eólica (viento), la geotérmica (calor del interior de la tierra), entre otras.

Las 3 R

Si aplicamos las 3 R de la ecología también ayudamos al medio ambiente: reducir, reutilizar y reciclar.

  • Reducir: se trata consumir menos para así usar menos materias primas extraídas del ambiente y generar menos basura. Si cambias tu teléfono móvil solamente porque quieres un modelo nuevo, generarás más basura.
  • Reutilizar las cosas en lugar de tirarlas, como cuando usas una botella una y otra vez para llevar agua para beber.
  • Finalmente, reciclar, es decir usar los materiales de algo desechado para producir algo nuevo.

Manejo de desechos

Procesar adecuadamente los desechos que generamos y no liberarlos al medio ambiente evita su contaminación. Por ejemplo, procesar las aguas residuales antes de que lleguen a un río o al mar.

De igual forma, clasificar la basura y procesar cada fracción de acuerdo a su naturaleza. Por ejemplo los metales, vidrios y plástico para reciclarlos y la materia orgánica para convertirla en abono.

Agricultura orgánica

Practicar una agricultura que use menos agroquímicos disminuye el impacto que estos productos causan en el medio ambiente. Hay diversas técnicas que permiten disminuir el efecto de plagas y enfermedades sin una aplicación excesiva de químicos. De igual forma se pueden emplear fertilizantes orgánicos en lugar de fórmulas químicas.

Preservado por uno de los climas más secos de la Tierra,

un cadáver enterrado hace mucho tiempo en el desierto

chileno de Atacama conserva

piel, pelo y ropa de hace siglos.

 

Los cadáveres expuestos naturalmente deshidratados como éste habitante, probablemente, inspiraron al antiguo pueblo Chinchorro de la región a momificar activamente a sus muertos, según especulan los científicos en un nuevo estudio. Los investigadores sugieren que esta práctica se desarrolló en una época de abundancia natural y crecimiento demográfico, cuando los Chinchorro tenían más capacidad para innovar y desarrollarse culturalmente.

Los Chinchorro, que vivían en aldeas de pescadores en las costas de Chile y Perú, empezaron a momificar esqueletos en el año 5050 a.C., miles de años antes que los egipcios. Los arqueólogos se preguntan desde hace tiempo cómo surgió esta práctica -y un culto a la muerte relacionado con ella- y algunos especulan que fue importada de la cuenca del Amazonas, mucho más húmeda.

Consejos que debieras prácticar.

LAS TOXINAS DE LA CASA SON:

1. Objetos que ya no utilizas.
2. Ropa que no te gusta o no utilizas hace tiempo. Ropa interior rota.
3. Cosas rotas.
4. Viejas cartas y notas.
5. Plantas muertas o enfermas.
6. Recibos y revistas viejos.
9. Zapatos estropeados.
7. Cachivaches de todo tipo que llaman al pasado.
8. Si tienes hijos, juguetes que no se usan, que no funcionan o rotos.

CON EL DESAPEGO:

1. La salud mejora.
2. La creatividad crece.
3. Las relaciones mejoran.
4. Hay mayor capacidad de raciocinio.
5? Mejora el humor.

PREGUNTAS QUE AYUDAN EL DESAPEGO:

– ¿Por qué estoy guardando eso?
– ¿Será que tiene que ver conmigo hoy?
– ¿Qué sentiré al liberar eso?

Separa y clasifica:

1. Para donar.
2. Para tirar.
3. Para vender.

LA LIMPIEZA DE ADENTRO SE REFLEJA POR FUERA.

1. Evita ruidos extremos.
2. Menos luces fuertes.
3. Menos colores saturados.
4. Menos olores químicos.
5. Menos recuerdos tristes.
6. Termina proyectos inconclusos.
7. Cultiva energía positiva en tu casa.

Haz una limpieza general y utiliza cajas para organización. Empieza por cajones y armarios y concluye cada pieza, haz todo a tu ritmo…

a) Basura.
b) Arreglos.
c) Reciclaje.
d) En duda.
e) Regalos.
f) Donación.
g) Vender.

Mientras ORDENES, observa lo que cambia en ti.

A medida en que limpiamos nuestra casa física, también colocamos orden a nuestra mente y corazón.

Practica el desapego con cosas materiales que solo llenan tu espacio y verás como poco a poco vas a poder hacer lo mismo con situaciones más trascendentales.